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andrés monares

La transición/traición eterna

La transición/traición eterna

El abogado de la Familia Corleone, el hombre tras el trono, Edgardo Boeninger, se había sincerado ya en 1997 en su libro Democracia en Chile. Lecciones para la gobernabilidad:

“De modo indirecto el éxito económico [¡sic!] postrero del régimen militar influyó significativamente en las propuestas de la Concertación, generando de hecho una convergencia que políticamente el conglomerado opositor no estaba en condiciones de reconocer... la incorporación de concepciones económicas más liberales a las propuestas de la Concertación se vio facilitada por la naturaleza del proceso político en dicho período, de carácter notoriamente cupular, limitado a núcleos pequeños de dirigentes que actuaban con considerable libertad en un entorno de fuerte respaldo de adherentes y simpatizantes”

Hace muy poco, en diciembre de 2016, Eugenio Tironi, uno de los intelectuales de la Concertación, en una nota del sitio El Mostrador nos comunicaba una verdad del porte de una catedral. La cual no obstante ha permanecido silenciada o ha sido obviada por décadas:

"¡La transición no abolió el modelo neoliberal, ¡en buena hora! (...) la transición nunca se planteó abolirlo ni hacerlo desaparecer bajo una retroexcavadora. Al contrario: se defendió la noción de la continuidad por sobre la ruptura..."

Boeninger y Tironi, con casi veinte años de diferencia, nos informan lo que cualquier observador de nuestro país, no necesariamente agudo, sabía desde hace años. Lo que cualquiera que tenga sólo un poco de conocimiento, sólo un poquito de conocimiento de economía y política tenía por evidente.

Sin embargo, desde 1990 señalar lo obvio ha sido denostado por "extremista"... Y ya estamos mal cuando se usa un adjetivo como argumento. La ignorancia y los intereses han sido poderosos “argumentos” hasta hoy.

Entonces, ¡si los hechos no bastaron!, estas declaraciones deberían tener su efecto. Ya está bueno amigos de la Concertación... quién deba hacerlo que acepte su neoliberalismo de una vez.

Para terminar, Bernard Mandeville, moralista holandés del s. XVIII, nos ayuda a graficar este timo concertacionista que por años usufructuó del quisimos pero no pudimos:

“...los prudentes magistrados conservan su buen nombre entre los mentecatos que imaginan que el gobierno, aunque no pueda conseguirlo, se afana siempre por suprimir lo que en realidad tolera”.

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