Se informa de saqueos pos terremoto en Punguistán
Sucede que desde hace muchos años mi viejo amigo Daniel López se radicó en Punguistán (no ahondaremos aquí en los motivos de su traslado... correremos un tupido velo sobre algunas cuestiones de índole financiera). Durante ese largo periodo en el cual se ha ganado la vida como corresponsal free lance, adquirió un profundo conocimiento del país y de sus habitantes. Por mucho que nos suene a una tierra exótica, Punguistán es una nación geográficamente muy similar a Chile. Pero por sobre todo, la cultura de su gente es de un parecido extraordinario a la de los habitantes de esta copia feliz del Edén. Todo lo cual ha hecho sentirse a López a sus anchas en el país.
Dentro de las diversas etnias que habitan Punguistán, la minoría de los “pungas” es la dominante política, económica y socialmente. Y aunque es un grupo caracterizado por rasgos que pudieran considerarse poco atractivos —desinterés por la educación, poca o nula urbanidad, arribismo, clasismo, xenofobia, consumismo, patriotería, etc.—, han terminado imponiendo su tosca forma de ser a casi todo el resto de las etnias que habitan el país. Sin embargo, a pesar de su evidente dominio, debe aclararse que en Punguistán no todos son pungas.
Pero bueno, no quiero distraer al lector con lo que he aprendido luego de años de escuchar los relatos de Daniel López. Vamos al punto. Lo que pasa es que dentro de las numerosas coincidencias entre Punguistán y Chile, hay muchas que no por curiosas dejan de ser lamentables. Es el caso de la actividad sísmica: casi al mismo tiempo que sufríamos el terremoto acá, un violento movimiento telúrico azotó a gran parte de Punguistán.
También, curiosa y lamentablemente, nuestro corresponsal nos ha informado de que en aquel lejano territorio se han podido ver escenas de saqueos similares a las de nuestro país. Al hablar de parecido, Daniel no se refiere a gente la cual sin víveres fuerza algún negocio para saciar la desesperación del hambre y la sed. Tampoco de los que en medio del frío toman para cubrirse alguna ropa de una casa destruida. No. De ese tipo de acciones que todos podríamos entender no son.
La prensa punguistaní ha informado y mostrado en diversos lugares de Punguistán afectados por el terremoto, a personas y hasta grupos organizados dedicados a saquear. La mayoría de ellos son pungas. Roban comercios y casas destruidas para llevarse productos de “primera necesidad”: licores, artículos electrónicos, ropa de marca, etc. No hay desesperación en ellos; sí avidez y desvergüenza. Incluso no pocos de ellos hasta portan armas.
Pero según los informes de nuestro valiente corresponsal, hay otra curiosa y lamentable coincidencia (¡otra más!) entre la prensa punguistaní y la nacional: la parcialidad. Pues a pesar de que pungas los hay de todas las clases sociales, en este caso puntual López denuncia el doble estándar periodístico. Hay una gran diferencia entre el trato mediático dado a los saqueadores con respecto, por ejemplo, a los pungas con mayor poder adquisitivo y contactos quienes con conocimiento de causa construyeron edificios de mala calidad que colapsaron con el terremoto. Así, mientras los medios se esfuerzan por “denunciar” los saqueos y tomar primeros planos de dichos delincuentes; los salteadores de cuello y corbata pasan a un extraño limbo donde se habla de ellos sin hablar explícitamente de ellos.
Por supuesto que nuestro estoico corresponsal señala no pretender en ningún caso justificar el saqueo. Sin embargo, la prensa en la práctica da un trato “preferencial” a las compañías constructoras e inmobiliarias. Lo cual según él no es un fenómeno nuevo, a raíz o a partir del terremoto. Es ya habitual. La diferencia del modo en que la prensa informa acerca de los pungas de cuello y corbata es abismal en comparación con los pungas pobres. Un punga rico que saquea su país aparece en las páginas sociales; un punga pobre que saquea un supermercado en las de crónica roja... Y lo peor es que la gran parte de la ciudadanía no se percata de tan paradojal fenómeno periodístico: los “malos”, los únicos malos, son los pungas pobres.
Lo mismo que en Chile, en Punguistán todos los pungas son pungas. Pero claramente no todos los pungas son iguales.
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