¿Y cómo yo sí pude?
Creo que todos hemos escuchado más de una vez el argumento “¿Y cómo yo sí pude?” para referirse a quién está exhausto ante una enfermedad, no ha podido salir de la pobreza, no puede recuperarse pronto de una ruptura de pareja, fue eliminado de una carrera por reprobar cursos, le ha costado encontrar un trabajo, etc.
Más allá del tema psicológico de un dejo de megalomanía para declararse uno mismo medida de toda la humanidad, está el tema de una especie de permiso que esa megalomanía le da a esa gente superior para justificar su falta de empatía con los demás.
Te cuento súper humano: para empezar es muy difícil que una situación sea exactamente igual a otra, o sea, que tú experiencia sea exactamente igual a la de los demás. Por tanto, que tú experiencia pueda ser considerada un criterio universal de juicio.
Luego, no todos somos iguales, por lo tanto no reaccionamos igual ante situaciones que pueden parecer similares. De hecho, no tenemos las mismas aptitudes, personalidad, valores, ideas, herramientas, etc.
Y una de las cosas más relevantes que debes recordar, ¡oh semidios!: no todos compartimos el mismo contexto socieconómico y cultural. No pocas veces uno intuye que es muy fácil decir “yo sí pude” cuando tuviste un contexto que te brindó oportunidades y/o herramientas para lograrlo. Cosas que mucha gente pudo no haber tenido.
Así que si tú sí pudiste, bien por ti. Pero no eres ninguna prueba irrefutable de nada. No hinches a los demás, mejor ayúdalos desde la empatía y la misericordia (sí eso que te falta: la capacidad de sentir el pesar de los otros).
Y si tu ego no te deja, quédate calladito que así te ves más bonito.
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