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andrés monares

El camarín de $hile

El camarín de $hile

El fútbol profesional hace rato que tiene cierto hedor. Los jugadores son abusados por técnicos, dirigentes y manejadores; los equipos grandes abusan de los equipos chicos; los dirigentes-inversionistas abusaron de los socios al birlarles sus clubes. De ese tipo de gente se puede esperar todo. En cambio los jugadores, aquellos cuyo trabajo se nombra con una bella palabra que indica diversión, la mayoría de las veces son víctimas. Por mucho que unos pocos terminen siendo millonarios.

Por eso, como gráfica y muy acertadamente señaló Hans Martínez, defensa de O’Higgins y ex seleccionado nacional de fútbol, los jugadores están acostumbrados a “tener esos problemas con los dirigentes, pero que tus propios compañeros te jueguen chueco... eso es bastante feo”.

Eso ocurrió con la repartija, que pudo ser repartición, de premios de las Clasificatorias a Brasil. Estamos hablando de US $ 2,7 millones. El asunto ha sido manejado en las sombras por los favorecidos. Ha trascendido que algunas “figuras” decidieron y otras avalaron un criterio: únicamente recibirían dinero quienes hubieran sido llamados seis veces a la selección durante el citado proceso... ¿y adivinen quiénes cumplen esa condición? Parece que ya no corre eso de ser un “gran jugador y una mejor persona”.

El capitán y “vocero” de la selección, hoy idóneo “rostro” de un banco, afirmó que fue una “decisión del plantel”. O sea, la mayoría de los más de 60 nominados en las Clasificatorias pasadas se habrían juntado, discutido y votado para que algo más de 30 jugadores recibieran dinero. Desconocemos el criterio usado para determinar la cifra asignada a cada cual: minutos en cancha, goles convertidos, goles evitados, ser amigo de, errar menos pases, correr más kilómetros... Esas son “cosas de camarín que tienen que quedar ahí”, es un asunto “interno”. La típica treta para esconder las turbiedades del fútbol, al darles un tinte de ética gremial o de recto silencio varonil. Si no fuera suficiente, el capitán la reventó a la tribuna populista: “Chile ha jugado dos Clasificatorias y dos copas del Mundo y eso es lo que quiere la gente” (¿Lo asesorará Tironi, las hermanitas Velasco o el ex-guatón Correa?).

Es evidente que, en esta “decisión general”, los perjudicados no habrían votado contra sí mismos. Y ya hemos visto a algunos de ellos alzando la voz por los medios. Lo cual, además, deja manifiesto que esa “decisión del plantel” señalada por el “vocero” Bravo, nunca implicó que los 60 y tantos votaran. ¿Quiénes votaron realmente?, ¿cuándo?, ¿dónde? De hecho, ¡ahora el capitán está molesto con los perjudicados! Los llama a conversar en privado, pues “estamos con las puertas abiertas en Juan Pinto Durán para escucharlos”. Y, como dijo Vidal, “todos saben donde queda”.

Esas son nuestras “estrellas”: unos cracks del billete, figuras en la cancha y en sus cuentas bancarias. Por si no fuera ya suficientemente miserable esta repartija, se sabe que ellos ganan sueldos millonarios y, precisamente, por ser “figuras” tienen además jugosos contratos publicitarios. Así y todo se “aseguraron”. No sólo quieren ganar la Copa América o la del Mundo, son “winners” en todo... más bien güiñas diría yo. Quieren lo más posible, incluso a costa de sus “compañeros de profesión”. La ética pelotera dice que no le debes pegar una plancha o un codazo a esos “compañeros de profesión”, mas quedarse con su plata no es problema o es “un tema interno”.

Ya he escuchado y leído a defensores de las “figuras”: ¿fueron aporte los “llorones”? La respuesta es simple: el cuerpo técnico decide a quiénes convoca y a quiénes hace jugar. Lo cual en ciertas situaciones implica no considerar como titulares a “figuras” o sustituirlas en un partido para poner a “no-titulares” por situaciones particulares del juego. Y qué decir de las lesiones, las presiones de los clubes o “el momento” que puede estar pasando alguien. No obstante, todos los convocados formaron parte de la selección, entrenaron y jugaron cuando se les hizo ingresar en un partido.

Nada importó. Al carajo la ética deportiva, los “compañeros de profesión”, la “solidaridad de equipo”, el “grupo sólido”... ¡Se trata de billete y punto!

Nuestras “figuras” tuvieron buenos maestros y aprendieron bien: farmacias, retail, lobbystas, SQM, Penta, ISAPRE’s, AFP’s, partidos políticos, industriales de pollos, la banca, etc. No olvidemos que son chilenos, criados en este “camarín” que construimos por acción u omisión. Uno donde hace rato habría que cambiar el “Por la razón o la fuerza” por “El que no mama es un gil”, máxima ética vigente de la barriada más marginada al barrio más lujoso.

Debo admitir que no conocía casos donde tus propios compañeros de labores decidieran que no trabajaste o no formas parte de tu empresa para no darte un bono. Si bien alguien podría disculparlo diciendo que son cuestiones “internas” del equipo, que es su plata, que la selección no es una institución de beneficencia o cualquier frase para el bronce que legitime el todo vale neoliberal. Lo cual, ¡cuidado!, está lejos de ser un asunto privado; es nuestra ética social.

Ahora bien, me asalta una duda: ¿cómo se puede jugar un deporte colectivo si no confías en tus compañeros porque tienen ética de cogoteros?... Hasta ahí no más llegó el amauterismo de Sampaoli.

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