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andrés monares

Compréndalo, Gerardito es libertario

Compréndalo, Gerardito es libertario

Gerardito es ministro de Educación. Sí, en serio… Les juro que no es talla. O sea, como ironía hubiera sido estupenda. Pero, es verdad. Así con el ojito de los Tiempos Mejores. Y, ¡cómo no!, el flamante ministro ha dado material por toneladas. Es como maná del cielo para los comediantes, dibujantes de viñetas y sitios cómicos de la web. Es tanto lo suyo que hasta se podría especular, siguiendo alguna teoría conspiranoica, que es parte de una planificación para hacer olvidar las “Piñericosas”.

En tal sentido, ayer leí en redes sociales el clamor del ministro por la injusticia e incomprensión hacia las labores de un servidor público: ¡¿cómo las escuelas públicas pretenden que el Ministerio de Educación se haga cargo de las escuelas públicas?! ¡¿Pero qué tiene que ver el Estado con lo público?! ¡Ya está bueno de asistencialismo! Insólito el populismo al que ha llegado nuestra Patria… Y eso que aquel domingo glorioso en que celebramos el triunfo en segunda vuelta gritamos a todo pulmón: “¡Nos salvamos!” de ser Chilezuela.

Sin embargo, desde esta humilde tribuna quiero hacer un llamado a que comprendamos a Gerardito. Él no es un pelmazo ignorante y sin corazón, lo que pasa es que es… libertario. Sí, es terrible, pero lamentablemente es un anarco-capitalista. Incluso antes de ocupar la cartera de Educación era parte de la Fundación para el Retroceso, esa caja de resonancia del empresariado neoliberal más extremista que nos quiere llevar de vuelta al estupendo capitalismo salvaje del siglo XIX.

No sabemos cuándo Gerardito adquirió esa terrible condición, la cual podría considerarse un síndrome dado que se presenta, como señala la RAE, en la forma de un “conjunto de síntomas característicos de una enfermedad”. Este penoso cuadro se manifiesta primeramente cuando el infectado cree en una idea fantástica de la naturaleza humana, una que nunca ha tenido referente en la realidad y hasta es aberrante: el homo sapiens es egoísta. Luego, el síndrome implica asumir un juicio positivo acerca de aquella actitud que la inmensa mayoría de las morales del mundo han definido como un vicio (también lo hacía Adam Smith por cierto). Para terminar en esta primera fase, el sujeto propone que aquel vicio es y debe ser el motor de las sociedades.

En este punto, ese individualismo radical será identificado con la libertad y ésta como el único valor fundamental de la vida humana. Esa libertad de cada individuo construye un contexto ad hoc: el mercado autorregulado, el cual a su vez es necesario para vivir esa libertad absoluta. De ahí que cada individuo sea dueño y señor de su destino, pues de su iniciativa en la competencia contra otros construirá su vida… Por más que la vida dependa en gran parte de condiciones colectivas estructurales (sociales, económicas, culturales, históricas, etc.), se asumirá que los pobres son los propios culpables de su condición. Estos fracasados no se esforzaron lo suficiente o no aprovecharon las innumerables oportunidades que ya sabemos ofrece el sistema meritocrático chileno. Mientras, es evidente, los ricos sí se esforzaron en esa lucha por los recursos.

Finalmente, la persona aquejada por el síndrome de ideologismo libertario concluirá que todo esfuerzo colectivo coarta al individuo y que toda ayuda estatal es un desincentivo al esfuerzo. Por eso lo público sería una falacia y hay que tener iniciativa emprendedora y hacer bingos sin esperar que el Estado te solucione todo. Los afectados expresan esos desvaríos en lenguaje pseudocientífico: mala biología evolucionista y economía ortodoxa y sus derivados; ignorando y/o deformando todo el conocimiento académico en verdad empírico acumulado en sociología, antropología, psicología o historia. Así y todo creen que su ideal ideológico es real y, por sus supuestos beneficios a largo plazo, debe ser impuesto a todos.

Si ya este síndrome es terrible para quiénes lo sufren, dado que pierden totalmente el sentido del ridículo y se les oye dar opiniones voluntaristas y de una ignorancia sin límites; es aún peor cuando esas personas asumen cargos directivos en organizaciones privadas o públicas. En su delirio tomarán medidas que no se condicen con la realidad, afectando negativamente la vida de quiénes les rodean. Y aquí se manifiesta uno de los más espantosos síntomas del síndrome: lo que perjudique a los demás les tiene sin cuidado. Tal como los psicópatas, los afectados pierden totalmente la capacidad de empatía.

Entonces, ¿se entiende que lo de Gerardito no es para la risa ni para enojarse? Es tan incomprendido como “Súper Taldo” (QEPD). Incluso piensen en el calvario que sufre en el ámbito familiar. Aunque en su momento intentó minimizarlo, porque como buen libertario macho-alfa asume las consecuencias de sus actos libres, no es menor la situación con sus hijos. Ironías de la vida: los campeones son unos populistas flojos que quieren todo regalado. De hecho, el pobre Gerardito debe comprarles los condones… y ya sabemos que usan gran cantidad como campeones que son.

Fuentes bien informadas nos han dicho que, evidentemente, Gerardito mantiene una cuenta de todo lo que ha gastado en ellos para cobrárselos a su debido tiempo y quería echarlos a la calle a los 10 años… una edad en que pueden perfectamente esforzarse para llegar a ser alguien. ¡Si en la Revolución Industrial ya se trabajaba a esa edad poh! De más está decir el crecimiento del PIB que logró ese fructífero trabajo infantil.

Si la meritocracia no es para los otros no más. Gerardito es un libertario consecuente, no puro bla blá. El problema es que su esposa es media zurda… sí, ella votó por Evópoli y tiene toda esa tonterita de la derecha social. En resumen: protege a los campeones. Aunque fiel a Gary Becker, esta vez el orden espontáneo del amor le jugó una mala pasada al ministro. Se le fue a las pailas la obviedad que uno se casa cuando la “utilidad esperada del matrimonio excede la utilidad esperada de mantenerse soltero o de la búsqueda adicional de una pareja más apropiada” (¡Ay!... leo a Gary y me emociona tanta lógica).

Esperando que Ud. querido lector haya comprendido el duro trance en que está Gerardito, le pido que en adelante no sea duro con él. Lo suyo no es fácil. Por favor, antes de criticarlo por pelmazo, desalmado, sin el menor sentido de la realidad, simplón o ignorante… recuerde que es una persona enferma, está afectado por el terrible síndrome del ideologismo libertario.

Lo que dijo de los bingos no responde a un error, es fruto de su triste condición. No se olvide: síndrome del ideologismo libertario. Ud. cuídese y prevenga el contagio leyendo autores/as con base empírica de verdad, preguntando a quienes saben, siendo empático, conociendo el mundo real y distinguiéndolo de las fantasías mentales.

Nos vemos en el bingo para costear los medicamentos de Gerardito.

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