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andrés monares

HidroAysén, francamente, un pelo de la cola

A estas alturas nadie debería estar sorprendido de la aprobación de las cinco hidroeléctricas en Aysén. Por una parte, ya es costumbre que en Shile los acuerdos tomados entre las grandes empresas y los distintos gobiernos, simplemente se comuniquen al populacho a su debido tiempo por los medios. La administración Piñera no es la excepción

No nos engañemos. Más allá de la opinión que nos merezca el actual presidente, es una falacia demonizar su administración por este tipo de asuntos. Baste recordar las palabras de Frei diciendo que ningún proyecto de inversión se detendría por motivos ambientales. O todas las termoeléctricas aprobadas por Bachelet y su consentimiento a Pascua Lama en los descuentos de su gobierno. A su vez, el nombramiento de Lagos como “Capitán Planeta” —como lo bautizara uno de los pasquines editados por el Oligopolio— en realidad daba risa, para que no diera rabia al recordar su política ambiental.

Piñera está en la línea sostenida durante los últimos veinte años por la mayoría de los miembros de la élite política. El actual gobierno está muy lejos de representar un giro copernicano en cuanto a la política ambiental de la Concertación.

Así las cosas, no obstante estar también contagiado de la ira ciudadana, en el fondo no me importa este cuento de HidroAysén. O sea, ¡claro que me importa! Sin embargo, es un caso más entre muchos. En tal sentido, es como estar con el agua hasta el cuello y preocuparse porque se te va a mojar el pelo.

No se enoje estimado lector. No trabajo como publicista de esa compañía de la energía limpia, renovable y shilena. Déjeme explicarle. Lo que pasa es que dada la situación de esta copia feliz del Edén —los contubernios entre las élites, la institucionalidad que se supone funciona, la falta de voluntad política de los políticos y su servilismo ante el poder económico, la voracidad que ellos fomentaron en el gran empresariado, la olímpica ignorancia de la voluntad ciudadana, más muchos otros etcéteras—, creo que los puntos de fondo son otros. Al menos quiero destacar dos.

En primer lugar, por lejos-lejos, el hecho de que la política energética del país la determinan las grandes compañías privadas. Incluso empresas que son extranjeras (¡ve que es bueno eso de que HidroAysén sea shilena!). Una cuestión estratégica para el país, no se establece desde el Estado. No surge de una planificación de las fuerzas políticas y sociales, apoyadas por estudios técnicos en verdad independientes y en verdad con sentido de país.

Así como lo lee. Son las empresas guiadas por su afán de lucro las que deciden y le proponen al Estado... el cual mansamente acepta y luego activamente promueve. Se deja actuar a la “mano invisible”, esa que obra maravillas cuando no se interviene el egoísmo lucrativo. Esas importantes decisiones son tomadas en vista de las ganancias que dará el negocio/negociado a las grandes compañías privadas. Y recuerde que en Shile la Dictadura y la Concertación malcriaron a esas empresas: son codiciosos mórbidos. Por tanto, los proyectos energéticos, no buscan cubrir las reales necesidades del país. Por eso cabe la duda acerca del inminente apagón que se vendría sin HidroAysén... según HidroAysén.

Insisto, eso no es exclusiva culpa de Piñera. Hay que recordar que ese fue el sistema que instauró la Dictadura y que la Concertación no hizo nada por cambiar en veinte años. Sí, en veinte años de cogobierno.

El segundo punto que quisiera destacar se refiere a que cuando los negociados implican problemas ambientales, se cuentan con dos garantías: una legislación ambiental amigable con las empresas y un sistema de evaluación de ensueño. En el primer caso, baste recordar que lo que en el país es un nivel aceptable de cualquier cosa “mala”, es inaceptable de acuerdo a los criterios europeos por ejemplo.

Respecto al sistema de evaluación, venga nuestro reconocimiento para las fabulosas ex COREMA’s (hoy CEA: Comisión de Evaluación Ambiental) y la estupenda ex CONAMA (hoy SEA: Servicio de Evaluación Ambiental). Ellas eran algo así como el torturador bueno y el malo. Ante las COREMAS, el bueno, las observaciones realizadas por la sociedad civil son evaluadas técnicamente. De ahí —y obviamos los detalles burocráticos— se pasaba a la CONAMA en Santiago, el malo... ¿Y qué hacía el malo?: ¡Aprobaba los proyectos pasando por encima de las indicaciones técnicas!

Son decisiones políticas tomadas con mucha antelación. Las declaraciones de Hinzpeter en favor de HidroAysén, son del mismo estilo que las hechas en su momento por cualquier ministro de cualquier gobierno de la Concertación. ¡Que no nos falle la memoria! Es una cantinela vieja eso de que el progreso no se puede detener por motivos ambientales... el progreso de las grandes compañías. Que al resto no nos quede país —¡ni siquiera para los hijos y nietos de esos mismos ministros y funcionarios!— no es tema.

Vuelvo a insistir, no es exclusiva culpa de Piñera. Ese fue el sistema que instauró la Dictadura y que la Concertación no hizo nada por cambiar en veinte años. Sí, en veinte años de cogobierno.

A la megacoalición que nos ha gobernando desde 1990 en adelante, la Alianza de Partidos por la Democracia o la Concertación por Chile, le tiene sin cuidado la ciudadanía. Ni les preguntan, ni toman en cuenta lo que opinan. Pero seamos francos, no es sólo culpa de esos personajes. Ellos son simples mandados para mandarnos. Nunca ha de olvidarse que en una democracia, los pueblos tienen los gobiernos que se merecen.

De tal modo, el revuelo que ha causado la decisión respecto del proyecto HidroAysén, las protestas, las marchas, la rabia... suenan a un pueblo, como decía Joan Manuel Serrat, que llega siempre tarde donde nunca pasa nada. ¡Por supuesto que es muy alentador ver al fin a miles de personas manifestándose! Pero no me digan que nadie sabía o que este tipo de cosas ocurren recién ahora dada la específica maldad de Piñera.

En Shile la política energética la vienen determinando las grandes compañías privadas hace rato. La legalidad es ad hoc a sus deseos y pretensiones a corto plazo... Por eso la aprobación del megaproyecto en Aysén, ¡que siempre se supo se aprobaría!, es un pelo de la cola. Lo que no implica que no sea legítimo indignarse y necesario seguir movilizándose. Mas, cuidando de identificar a quienes súbitamente se transformaron el 11 de marzo de 2010 en ambientalistas militantes, paladines de la soberanía sobre las riquezas nacionales y en severos críticos de que las élites ignoren la voluntad ciudadana.

Esas personas ciertamente están en el Estado y en los diferentes partidos políticos. Pero asimismo están cerca de Usted... enviándole cadenas por correo electrónico, haciendo llamados por las redes sociales e incluso marchando a su lado.

1 comentario

Rodrigo -

Si bien es cierto, no comparto algunos puntos, te felicito por poner una nota de claridad y objetividad perdida del todo en las últimas semanas. El legítimo interés de preservar la naturaleza está absolutamente contaminado por una campaña coordinada contra el actual gobierno. Lo anterior hace perder toda validez sobre las buenas intenciones que pudieran existir, ya que asume una posición política súper nítida. El mensaje es "hay que perjudicar el gobierno de Piñera a cómo de lugar". Me pregunto porqué la gente no lee un poco más y se forma una opinión sin seguir a la masa cual ganado sureño? Las redes sociales son todo un fenómeno pero llama la atención como la gente no analiza y no coloca las cosas es su dimensión. Aunque los "verdes" se molesten este tema de la represa ya no es verde, es oposición política pura. Sin comentarios las chapitas y lienzo de algunos parlamentarios, solo un poquito de coherencia no estaría nada mal. No se puede ser tan caradura.