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andrés monares

Desnacionalización del cobre: ¿peor es na’?

Desnacionalización del cobre: ¿peor es na’?

Alumnos en la Facultad donde trabajo, tuvieron la destacable iniciativa de organizar un ciclo de charlas en torno al cobre. Su idea era relevar su importancia, cuando pocos parecen entender a cabalidad el sentido de que es el “sueldo de Chile”. En la última reunión expusieron un ex Director Ejecutivo de CODELCO durante uno de los gobiernos de la Concertación (en adelante “Director C”) y un ex Gerente General de la compañía durante el gobierno de Salvador Allende (en adelante “Gerente UP”).

El Director C era un expositor entretenido, histriónico y con el desparpajo que da tener la seguridad de estar del lado evidentemente correcto; por ende, de estar diciendo obviedades indiscutibles. Sin embargo, si Ud. ignorara el cargo que ocupó y que hoy es un académico, durante la mayor parte de su alocución hubiera supuesto que era un representante de alguna minera privada. Así de entusiasta con el sector privado, y en el fondo con la desnacionalización, era este ex funcionario público.

En su defensa de las mineras particulares, fue dejando en claro el modelo de desarrollo al cual adscribía. Por mucho que nadie recuerde cuándo votamos a favor de esa moción, nos aclaró que “Chile había elegido” seguir la senda del libre mercado. En ese marco, en el ámbito del cobre se había hecho un conveniente acuerdo con las compañías privadas: dos tercios de las ganancias para ellas y un tercio para nosotros. Asumía la desnacionalización al decir que, como Chile es “serio”, no se deben cambiar las “reglas del juego”: “un país tan importante como Chile” (¡prometo que sic!) no se podía dar el lujo de nacionalizar como ese tal Evo. Cualquier intento en ese sentido era absurdo por el costo que implica comprar las empresas. Quienes estaban por la nacionalización, por mejorar el trato con las mineras privadas para que Chile consiguiera mayores ingresos o por otro modelo de desarrollo, eran sino mentecatos a lo menos inocentes.

El problema con su posición no estriba en no compartirla. Sino en ser una típica expresión del maniqueísmo, pragmatismo radical y autocomplacencia tecnocrática. Sin el menor atisbo de autocrítica o de un análisis que no sea meramente circunstancial, asume el presente como el mejor de los mundos posibles y rebaja o ridiculiza a quienes tienen otra visión. Todo ello, sin tomar en cuenta el por qué y cómo llegamos a la actual situación; y sin molestarse en analizar las opiniones disidentes.

A estas alturas, por supuesto que es imposible comprar las mineras privadas por su costo exorbitante. Pero, el punto es por qué decimos “a estas alturas”. ¿Qué pasó para llegar a dónde estamos cuando esas minas eran y son chilenas? Qué ocurrió para que este ex empleado público de alto nivel no tomara en cuenta dicho tema: en su exposición no nombró la nacionalización, ni la violación de la propia Constitución de la República que significa la desnacionalización.[1] Para él considerar la historia sería un juego de “política ficción”. El único tema era el mutuo beneficio de la repartija.

Aún con la capacidad de negociación que da tener un 40% del cobre del mundo, no se deben alterar las “reglas del juego” para obtener más dinero: ¡como si se fueran a cambiar los contratos a cada pataleta de algún funcionario del Ministerio de Minería! En el afán de convencernos de algo así como que “peor es na’ ”, se valida el entregar rabo y oreja para no analizar fórmulas alternativas de gestión (no de propiedad, la cual es chilena) más beneficiosas para el país; sean privadas, mixtas o estatales. Los pragmáticos radicales no defienden cualquier realidad, sino la neoliberal; ese es su nivel de empirismo y el nivel de apertura al diálogo esperable en ellos. Y, para variar, imponen a todos los chilenos una situación que rechazarían en su caso: ¿o aceptarían ganar sólo un 33% y cuasi regalar un 66% a un tercero en un negocio propio?

En cuánto a los modelos de desarrollo, el Director C dejó manifiesto que cualquiera diferente al monetarismo chileno es radical, populista, pasado de moda, ineficiente, etc., etc., etc. Antes siquiera de entrar en diálogo, asumió que opiniones distintas a la suya son ridículas peroratas de fanáticos populistas. Es impensable siquiera buscar alguna variación al actual modelo de desarrollo y a su política minera. Menos todavía cambiarlos. Me imagino el duro juicio que debe tener de extremistas no monetaristas como los holandeses, belgas, canadienses o suecos.

El Director C me pareció sincero en su creencia de que su opción es la mejor forma de ayudar al país.[2] Lo malo es que la historia le debe incomodar. Hubiera sido bueno preguntarle qué sintió el 11 de julio de 1971 cuando se nacionalizó el cobre. ¿El hoy realista habrá sentido una emoción populista-estatista? La amnesia pragmática no alcanza para esconder esos pecados de juventud. Esa es historia y de la buena; de esos hechos que marcan y hacen a una nación. No fue política ficción, fue una decisión que sí se votó y se aprobó por unanimidad. Y, aunque a la fecha mire por encima del hombro el movimiento social en Bolivia, debe haber participado en ese movimiento social nacionalizador y estatista de principios de los setenta.

Los modelos de desarrollo son políticos. La economía y los negocios no existen en el limbo: eso es empírico, no voluntarismo. Por eso, al final no era él quien en realidad podía y debía ser irónico. Tendría que haberlo pensado antes de satirizar respecto de la nacionalización como principio político general y la renacionalización chilena en particular. No es una posición adecuada (usando un eufemismo) para la persona inteligente que es. Tampoco es una actitud adecuada (otro eufemismo) obviar y validar una especie de hurto consensuado (otro más) para alguien con espíritu de servicio público.

Para ir terminando vamos al Gerente UP. Este extendió su exposición dando muchos datos. Se podía palpar su urgencia porque dar a conocer lo que se calla. Y se entendía que esa avalancha de cifras, es parte de la actitud de quienes por ser críticos han sido deslegitimados e invisibilizados. Mientras los obsecuentes se pueden dar el lujo de hablar con total impunidad intelectual, a los disidentes se los obliga a un doble esfuerzo teórico y de empirismo. En este caso, demostró sólidamente las pérdidas del país por la inconstitucional explotación privada del 70% del cobre. Con la desnacionalización, y este modelo tan extrema y rígidamente privatizador en que las compañías apenas tributan y no pagan royalty, el “sueldo de Chile” es mucho menor de lo que podría ser. No podemos estar conformes con la desnacionalización y es falso que “peor es na’ ”.

Al final, la ironía suprema se dio cuando tomó la palabra un estudiante recién egresado. Con una ecuanimidad digna de resaltar, le señaló al Director UP que sus planteamientos no estaban mal. Mas, eran muy idealistas... ¡¿Adónde hemos llegado para que un jovencito sea tan “realista” que sermonea por “idealista” a un hombre mayor experto en su materia y con una postura casi de sentido común?!

(Publicado originalmente en www.elmostrador.cl, 09.11.06)



[1] Nota 2013: Es importante señalar que, tanto el Directo C como el autor, estaban equivocados el 2006. Al estar establecido en la propia Constitución que los minerales son chilenos, en el caso de re-nacionalizar nada de lo no extraído debe comprarse, ni siquiera expropiarse.

[2] Nota 2013: Debo confesar que, posteriormente, al tener mayores referencias acerca del Director C, he cambiado esta opinión. Todo indica que, como tantos otros tecnócratas de su tipo, no tiene en absoluto el bien del país entre sus prioridades.

 

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