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andrés monares

¿Y si nos ponemos derechistas en serio?

¿Y si nos ponemos derechistas en serio?

Esta campaña ha sido de un nivel intelectual y político mínimo... y tal vez estoy siendo generoso. Para variar, en ello ha tenido mucha responsabilidad la derecha (¡no la inexistente “centro” derecha!) con su ya clásica campaña del terror y la desinformación.

Sinceramente, en lo puntual me parece de una bajeza intelectual y, más relevante aun, democrática, soltar a los cuatro vientos el mito de que un triunfo de la Nueva Mayoría llevaría al país a la ruina económica.

Por supuesto que no lo digo por defender a esa coalición, de la cual soy opositor y que fue fundamental en la legitimación del neoliberalismo al vestirlo de “centro izquierda”, y en darle al país la gobernabilidad que pedían los grandes poderes económicos para hacer sus negociados.

Se trata de ser al menos un poco, un poquitín serio y, sobre todo, de ver la historia de nuestro país bajo los gobiernos de la Concertación-Nueva Mayoría. Específicamente, en el aspecto económico que es el gran tema de nuestra monotemática derecha (fuera de que por su mitología y miopía mental, todos los demás temas se derivarían de aquel o se solucionarían a raíz del crecimiento económico).

Podríamos recordar la triste propaganda arribista de un Chile “ejemplo” o “jaguar” de Latinoamérica, que el país fue aceptado en la OCDE, el exclusivo club de los países ricos, o la buena y hasta excelente calificación de riesgo que nos han dado las agencias internacionales. Mas, simplemente, nos podemos preguntar cómo les ha ido con las políticas de la Concertación-Nueva Mayoría a algunas de las grandes industrias del país:

¿Pueden quejarse los bancos? No.

¿Pueden quejarse las mineras? No... aunque hoy se llore crisis, una minera del cobre ¡recupera en unos dos años su inversión!

¿Pueden quejarse las pesqueras? No.

¿Pueden quejarse las farmacias? No.

¿Pueden quejarse las AFP’s? No.

¿Pueden quejarse las ISAPRES? No.

¿Pueden quejarse los supermercados? No.

¿Pueden quejarse los malls? No.

¿Pueden quejarse las forestales? No… ¡si hasta las subsidian!

¿Pueden quejarse las tiendas de retail? No.

¿Pueden quejarse las constructoras? No… aunque hoy se llore crisis, llevan años de bonanza.

¿Pueden quejarse las carreteras urbanas e interurbanas? No.

¿Pueden quejarse las empresas de servicios básicos? No.

¿Pueden quejarse las universidades privadas? No.

¿Pueden quejarse las clínicas privadas? No.

¿Puede quejarse la agroindustria? No.

En fin… Aparte de las cifras de ganancias, no podemos dejar de recordar el sistema impositivo regresivo, el marco legal que permite la concentración de los mercados o la protección a las colusiones y otras estafas.[1]

¿Quiénes sí pueden quejarse, mucho y con toda razón? Sin duda, las PYMES y los ciudadanos comunes. Y eso que nuestra derecha dice que su gran preocupación son los “problemas reales de la gente”… A la hora que no, ¡imagínense!

Insisto, lejos de mi intención está defender a la Concertación-Nueva Mayoría. Pero, hay cosas que dan vergüenza ajena por su cretinismo o causan enojo por ser mentiras demasiado burdas.

Nuestra derecha, por su corrupción está al servicio de los grandes sectores económicos; o por su ciego dogmatismo tecnocrático, asume el fantástico mito de la autorregulación y el chorreo. Da igual, la inmensa mayoría del país (incluso quienes realmente podrían identificarse como clase media) sigue en el vagón de cola del “progreso” y la “modernidad”… O, incluso, miran desde el andén de la estación como aquel tren se aleja raudo con un par de pequeños coches de lujo donde la fiesta no se detiene.[2]

Sólo cuando una derecha es oligárquica o se mantiene aferrada a la desigualdad extrema del liberalismo clásico, puede ser una derecha como la nuestra. A estos “pelucones”, pues no les da ni para “pipiolos”, su verdadera postura no se alcanza a maquillar con la mentira de “popular” o de la “centro” derecha.

En línea con su antiliberalismo, para estas elecciones nuestra derecha optó por un codicioso inversionista millonario (¡no un empresario!), quien más que biografía tiene un prontuario y con una mentalidad que no le va en zaga a la de cualquier estafador. O sea, a contrapelo de un principio liberal básico, en vez de separar el poder, le quiere dar de nuevo el Ejecutivo a quien ya detenta un inmenso poder económico por poseer una de las grandes fortunas de país.[3]

¡Qué ganas de tener una derecha en serio! Una a la que no haya que temerle, sino una con la cual se tengan diferencias de grado, por ejemplo, en cuanto a los derechos básicos universales.

Jean-Jacques Rousseau señalaba en El contrato social: “por débil que sea la influencia que mi voz ejerza en los negocios públicos, el derecho que tengo de emitir mi voto impóneme el deber de ilustrarme acerca de ellos”. Vaya que hace falta escuchar a ese viejo liberal. Tal vez muy izquierdista para el paladar de nuestra derecha antiliberal, pero como no leen a quienes debieran ser sus héroes, no pueden celebrar a Rousseau por oponerse a darle la ciudadanía —o sea, el derecho a votar y ser votados— a los trabajadores: para él sólo debían tener permiso de residencia en Ginebra, su ciudad natal.

La justicia y la moral no son monopolio de la izquierda, tampoco la inteligencia ni la formación intelectual. Eso también es un mito. Mas, no podemos negar que nuestra derecha le echa leña a camionadas a esa fogata de la izquierda.

¡Qué ganas de tener una derecha en serio! No esta derecha tan ignorante que es antiliberal o tan traidora a sí misma que se pavonea de tal hipocresía.



[1] Digo protección, pues económicamente se sabe que en Chile es muchísimo más conveniente violar a ley y asegurar ganancias millonarias, porque luego sólo se paga una multa risible… ¡Y ni hablar de penas de cárcel!

[2] Recuérdense sólo dos datos: “La mitad de los trabajadores en Chile gana menos de 3oo lucas (pesos) al mes” (http://www.fundacionsol.cl/2017/04/la-mitad-los-trabajadores-chile-gana-menos-300-lucas-al-mes/); y el 1% de los más ricos tienen una participación del 32,8% en el ingreso total del país (http://ciperchile.cl/2013/03/28/la-parte-del-leon-como-los-super-ricos-se-apropian-de-los-ingresos-de-chile/).

[3] Nuestra derecha es tan paradójica que, lejos de ser adversarios irreconciliables, en Chile nuestros macrones y le penes están en la misma coalición. Asimismo, no tiene ningún problema moral ni político para hacer negocios con dictaduras comunistas como China o Vietnam… se sabe que si Cuba fuera una economía más grande, no serían tema los derechos humanos en la isla.

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