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andrés monares

El socialista Sampaoli

El socialista Sampaoli

Ya pasado algún tiempo de la polémica de la renuncia de Sampaoli y después de escuchar/leer sobre él ridículos y/o patéticos ataques personales y defensas de hinchas fanáticos, encontré una columna de ROBERTO BRUNA que me pareció digna de ser compartida.

Aquí se transcribe solo una parte de la columna. Para leerla completa, pinchar: http://elsoberano.org/2016/01/11/el-socialista-sampaoli-o-las-diferencias-escandalosas-entre-hacer-y-decir-en-un-marco-de-amoralidad-transicional/

 

El socialista Sampaoli (o las diferencias escandalosas entre hacer y decir en un marco de amoralidad transicional)

Se fue Jorge Sampaoli. Contractualmente sigue atado a Chile, es verdad, pero su cabeza está en otra parte, muy lejos de aquí, a medio camino entre un país de Europa en cuya liga pronto estará dirigiendo (calidad a su trabajo no le falta) y el paraíso tributario donde sus dineros quedarían a buen recaudo de la poruña fiscal, como más o menos dio a entender el técnico argentino a un conocido periodista deportivo. Un acto que consideró legítimo, demás está decir, aunque objetivamente fuera en curso de colisión con el sistema de principios y valores que él mismo ha propugnado verbalmente, siempre más cercanos al mundo socialista, o socialdemócrata, para ser más precisos.

Recordar su férrea defensa de la educación pública, así como de otros derechos sociales, a estas alturas ya no genera agradecimiento en las grandes mayorías, sino más bien sentimientos de perplejidad, estupor, desilusión y confusión, toda vez que, a muy poco andar, al técnico de la Roja se le vio, con acciones concretas, y al más puro estilo Axel Kaiser, defendiendo aquella pintoresca y extravagante idea surgida de los sectores más fanatizados de la economía libre, cual es asumir los impuestos como un robo al bolsillo de las personas.

Sin entrar a una discusión sobre la importancia y beneficio de los impuestos (aun cuando los países más desarrollados y con mejor calidad de vida cobran impuestos altísimos, no así los países del África subsahariana), lo que Sampaoli ha hecho es negarse a pagar los gastos comunes en un país que le ha dado todo. ¿Cuáles son esos gastos comunes? Los gastos comunes que contribuyen a dar cumplimiento a esos derechos sociales que él tan generosamente reclama para todos nosotros. ¿Cómo pagar la educación entonces si no es por vía de una tributación a la altura de tan noble desafío? ¿Y una salud pública de calidad? Si Sampaoli sufría un portonazo, ¿también llamaría a Carabineros como lo hacemos todos quienes pagamos impuestos? Tan flagrante inconsistencia entre acto y discurso no hizo más que dinamitar su popularidad en tiempo récord, que es más o menos lo que le ocurrió a la Presidenta Bachelet con el caso Caval.

Pero esta inconsistencia no es propia de Sampaoli ni mucho menos; sabemos que es más bien la enfermedad de nuestro tiempo, de nuestra era, el vicio de la cultura transicional, eminementemente posmoderna, que construye sentido y realidad a través del lenguaje y no a través de los actos, un fenómeno tan profundo en la cultura nacional –y por añadidura a la cultura política de Chile- que hace posible que hasta el presidente de la UDI, Hernán Larraín, afirme que su partido no es de derecha.

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