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andrés monares

Yo ultraizquierdista, el peor de todos

Yo ultraizquierdista, el peor de todos

Una singular y burda falacia se ha puesto de moda tras la segunda vuelta presidencial entre quienes dicen ser la izquierda verdadera, responsable y que sí busca el bien del país: los antineoliberales que no votaron Nueva Mayoría, son “ultraizquierdistas” que le hacen el juego a la derecha.[1]  

Uno puede sospechar que esa falaz “acusación” fue elaborada por los equipos de comunicación de la Nueva Mayoría. Pero, de ahí a creérselo y repetir un “insulto” como si fuera un “argumento”, hay una gran distancia. Sin embargo, los militantes y partidarios de dicho pacto que “argumentan” con esa falacia, siguen tal libreto para denigrar a quienes no votaron por “el mal menor” después de 23 años de cogobierno, falta de voluntad política, mentiras y neoliberalismo. A quienes les dio lo mismo la olla o el fuego, la derecha “buena” o la “mala”, la “copia” o la “original”. ¿Es tan difícil de entender?, ¿es tan difícil de respetar?

Para dejar en evidencia esa falta de voluntad política, mentiras y neoliberalismo de la Concertación, repasemos algunas medidas de la “izquierda”: privatización del cobre, sanitarias y espacio público (carreteras), y subsidio a la demanda en educación (voucher). No sé si debo explicar que privatizar es una política de derecha y no de izquierda. En el puntual y muy relevante caso del cobre, al finalizar la dictadura un 70% estaba en manos del Estado y un 30% en manos privadas; y la Concertación logró invertir la proporción: hoy un 70% es privado y un 30% estatal. Sin contar con el marco legal elaborado para que las transnacionales mineras no pagaran impuestos, ni con el “falso” royalty de Lagos.[2] No sé si debo explicar lo malo que es privatizar sanitarias eficientes para que se despida personal y se encarezca un servicio fundamental: el agua. No sé si debo explicar por qué el espacio público se llama “público”. Y para qué hablar del subsidio a la demanda educativa, invento del mismísimo Milton Friedman.

Esas, entre otras medidas, se tomaron por iniciativa propia. Ninguna se llevó a cabo por carecer de votos gracias al binominal. Y es una mentira descarada el que nunca tuvieran mayoría en el Congreso: la tuvieron durante los gobiernos de Lagos y de la propia Bachelet.[3]

Mas, como quien esto escribe es sólo un ultraizquierdista que le hace el juego a la derecha, recurramos a algunos intelectuales chilenos en verdad serios. El historiador Alfredo Jocelyn-Holt describió cómo los izquierdistas de la Concertación pasaron de upelientos a renovadísimos (a estas alturas creo que “renovados” les quedó chico).[4] El sociólogo y ex demócrata cristiano Felipe Portales, explica el modo en que la propia coalición mantuvo el sistema político diseñado por la dictadura[5] y en numerosas columnas del periódico digital El Clarín viene acusando que “La Concertación debe explicaciones”.[6] El sociólogo Manuel Antonio Garretón, Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales, expuso cómo los gobiernos concertacionistas han sostenido una variación del neoliberalismo de la dictadura.[7] Por si aun no bastara, Gabriel Salazar, Premio Nacional de Historia, afirma que la Concertación “olvidó sus principios políticos anteriores” y “nos traicionó, porque mantuvo la Constitución de 1980 y el modelo neoliberal sin cambios”.[8]

No obstante lo anterior, la cuestión es muchísimo más simple: recurramos a dos concertacionistas. El fallecido Edgardo Boeninger, una especie de Tom Hagen[9] o consigliere de la “Familia” de la coalición, ya en 1997 aceptaba que había habido una “incorporación de concepciones económicas más liberales a las propuestas de la Concertación”.[10] Por su parte, el diputado socialista Sergio Aguiló, en marzo de 2002, hizo público el documento “Chile entre dos derechas” donde señala: “las agendas de la Concertación y de la Alianza por Chile son, en lo fundamental, idénticas. Son de derecha, sin más”; por ende, sus “programas y proyectos (...) en cualquier debate intelectual serio y sin censuras serían catalogados de derechas”.[11]

El giro al neoliberalismo de esta singular “izquierda”, es reconocido hasta por Hermógenes Pérez de Arce, acérrimo defensor de la dictadura: “el modelo de desarrollo económico-social que ponen en práctica los sucesivos gobiernos concertacionistas se parece mucho más al que [la derecha] siempre prohijó que a los proyectos propios y originales de la izquierda (socialismo marxista-leninista) y de la DC (socialismo comunitario)”.[12] Asimismo, Oscar Godoy, cientista político liberal, declaró su “satisfacción” al “verlos ahora [a los concertacionistas] pensar como liberales”.[13] No por nada el presidente de los grandes empresarios le declaró públicamente su amor al “socialista” Lagos[14]; y no menos decidor es que el actual presidente de los banqueros, haya revelado en la prensa que había votado y votaría por la “socialista” Bachelet.[15]

Los para nada novedosos argumentos aquí expuestos, no han hecho mella en la “izquierda”. En una conveniente amnesia ante dos décadas de cogobierno, hoy “acusan” a otros: a los ultraizquierdistas que le hacen el juego a la derecha… “mala”. Curiosamente, esa pérfida gente se concentraría entre los votantes de Marcel Claude.[16] Y expresamos nuestra curiosidad pues, ¡este “radical” planteaba cuestiones que en todo el mundo se tienen por políticas socialdemócratas!: (re)nacionalización de los recursos estratégicos, sistemas universales y gratuitos de salud y educación garantizados por el Estado, y mayor participación ciudadana en las decisiones estatales. Es más, en algunos países esas medidas las apoya hasta la derecha no neoliberal. Y en Chile, las apoyaba un ultraizquierdista pertinaz: Salvador Allende.

Esas y otras cuestiones hoy “extremistas” eran compartidas por los votantes del NO en 1988 y por los de Aylwin. Incluso, si aún no fuera suficiente ironía, algunas figuraban en el propio enterrado y olvidado primer Programa de Gobierno de la Concertación. Entonces, si propuestas socialdemócratas son en Chile de ultraizquierda, es porque el imaginario neoliberal se impuso: situó un proyecto de extrema derecha como uno de centro o uno sin duda normal y correcto. Tarea en la cual la Concertación participó activamente. No es mera retórica hablar de un “cogobierno”.

De tal modo, se cae a pedazos la “acusación” de ultraizquierdismo. Luego, si ya es absurda la otra “acusación” de hacerle el juego a la derecha, quedó claro quiénes optaron por jugar decididamente por la derecha. En tercer lugar, acusaciones insultantes contra quienes con argumentos rechazan a la Nueva Mayoría, muestran el precario nivel de debate de la “izquierda” o su intento de seguir ocultando su conversión al neoliberalismo.

Acudiendo a Rousseau, quien afirmaba que el derecho a voto obliga a informarse[17], recomendamos encarecidamente ilustrarse en política y economía: impedirá pasar la vergüenza de creerse izquierdista porque simplemente se afirma serlo. O, al menos, pedimos reflexionar acerca de un singular hecho: la “derecha” propone el mismo modelo aplicado por la “izquierda”. Sentirse parte de una “cultura de izquierda” por encarar desde la ley asuntos “morales”, escuchar la Nueva Canción Chilena u haberse opuesto a la dictadura y a la violación de los DDHH, para nada implica ser de izquierda.[18]

Para terminar, por supuesto que preferir una opción es respetable e indiscutible; pero, sí son debatibles los motivos que la sustentan. En este caso, que votar Nueva Mayoría es ser de “izquierda”. Por suerte, la ignorancia es muy fácil de solucionar: se pregunta o se lee... por ejemplo a Jocelyn-Holt, Portales, Garretón, Salazar y hasta a Boeninger o Aguiló... Salvo que estemos ante sordos que al no querer oír ni informarse, rebajen la política a un infundado fanatismo de fans club o barra brava.



[1] En el caso de críticas al PC, ello sería una manifiesta e indudable muestra de “anticomunismo”… por supuesto en su sentido fascista.

[2] ALCAYAGA, Julián. 2005. Manual del defensor del cobre. Ediciones Tierra Mía. Santiago. Ver: http://druzhba.se/druzhba/articulos/cobre_chileno_ja.pdf.

[3] El binominal fue una excusa, muy eficiente, para explicar que en 23 años quisieron y no pudieron. Pero, en estas elecciones se dieron diversas solicitudes de perdón porque no escucharon al pueblo: una tácita aceptación de que en dos décadas sí pudieron y en realidad no quisieron.

[4] JOCELYN-HOLT, Alfredo. 2001. El Chile perplejo. Del avanzar sin transar al transar sin parar. 4ta. edición. Planeta-Ariel. Santiago.

[5] PORTALES, Felipe. 2000. Chile, una democracia tutelada. Editorial Sudamericana. Santiago.

[6] A la fecha van más de 60 columnas pidiendo explicaciones que nadie tiene la menor intención de dar. Ver: http://www.elclarin.cl/web/index.php?option=com_content&view=category&layout=blog&id=25.

[7] GARRETÓN, Manuel. 2013. Neoliberalismo corregido y progresismo limitado. Los gobiernos de la Concertación en Chile, 1990-2010. 2da. edición. Editorial ARCIS-CLACSO-El Desconcierto. Santiago. Ver: http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/coediciones/20121121122525/NeoliberalismoCorregido.pdf.

[9] Personaje encarnado por Robert Duval en la saga “El Padrino”.

[10] BOENINGER, Edgardo. 1997. Democracia en Chile. Lecciones para la gobernabilidad. Editorial Andrés Bello. Santiago.

[12] El Mercurio (19.03.06).

[13] La Nación (16.04.06).

[14] La Segunda (14.10.05).

[15] Ver: http://www.eldinamo.cl/2013/08/23/presidente-de-asociacion-de-bancos-se-cuadra-con-bachelet-vote-por-ella-y-me-voy-a-repetir-el-plato/. Esta última declaración, ¡por lo menos!, debería hacer pensar a los “socialistas” respecto al grado de “socialismo” de su presidenta electa y del suyo propio.

[16] De Roxana Miranda han dicho que fue UDI, o sea, le haría el juego a la derecha “mala” desde “adentro”.

[17] ROUSSEAU, Jean-Jacques. 1762. El contrato social. En: http://www.enxarxa.com/biblioteca/ROUSSEAU%20El%20Contrato%20Social.pdf.

[18] En cuanto a los DDHH, nunca es malo recordar a Frei y a Lagos defendiendo a Pinochet luego de su detención en Londres e intentando salvarlo trayéndolo de vuelta al país; o a Lagos prohibiendo por 50 años que se conozca el nombre de los torturadores consignados en el Informe Valech.

 

Caricatura: Leo Ríos.

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